Esto va llegando a su fin. El orco, nuestro ya casi amigo Jackson Pollorck, está prácticamente terminado. Apenas colocarle el guardia imperial en su maza-pincel y añadir un poco de color, sangre y vísceras para ambientar. Luego, cada mochuelo a su olivo, es decir, a la caja, a admirar el cuadro y de paso a dejarme descansar a mi, o mejor, a dejarme poner con otra cosa, que ya va siendo hora (lo confieso, soy muy impaciente).
Así que, en breve, la que espero será la última entrada del blog dedicada a este minidiorama de minicaja.
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